"09:30"
Viernes, 22 de agosto de 2025
"Existe un día a la semana que espero con ansias. Ese día me levanto con una gran felicidad, deseando que llegue la hora indicada para ser completamente feliz.
Me arreglo con esmero, como si fuera a asistir a una cita romántica. Camino por las calles como una tonta que va directo hacia la persona amada. Llego a la oficina temprano, acomodo mis cosas en el escritorio, y me preparo una taza de café mientras suplico que el tiempo se pase rápidamente, pero que se congele a una hora exacta: las 09:30 de la mañana.
Trabajo un poco en la computadora, volteando instintivamente al reloj varias veces para comprobar de que no se me ha hecho tarde para incorporarme a mi cita favorita de la semana. Unos minutos antes de la hora pactada, busco el enlace de zoom y preparo todo para iniciar sesión. Al escribir mi nombre lo hago delicadamente, esperanzada de que cuando entre a la sesión él pueda percatarse de mi presencia, y quizás robarle una sonrisa con mi aparición.
Antes de presionar el botón para entrar a la videollamada, me acomodo la ropa, reviso mi maquillaje y mi peinado, como si el anfitrión de la conferencia fuera a verme, a pesar de que mi ordenador no tiene cámara. Entonces él me da ingreso a la sesión y escucho su voz dando la bienvenida a todos los que acabamos de incorporarnos.
Suspiro hondo. Me contengo en mandarle un mensaje en privado para desearle los buenos días. Mi prudencia me limita a tener algún contacto directo con él, y al final ni siquiera saludo por el chat grupal. Alguien en la oficina me habla, y finjo no molestarme, esa es la hora de la semana en la que deseo que nadie me interrumpa de la gran encomienda que tengo por delante.
Poco después de la media hora, el conferencista, motivo de mis más locos sueños, empieza su plática. Por un lapso de dos horas lo escuchó atentamente, mientras tengo un ojo a mi expediente, y otro a su hermosa fisonomía. Sonrío detrás del monitor con cada cosa graciosa que él hace o dice, como si fuera una niña chiquita aplaudiéndole encantada sus actos de magia, y es que, para ser sinceros, él es el mejor mago que he conocido en mi vida, puesto que ha hecho algo inimaginable, me ha robado el corazón sin tocarme, con una sola sonrisa derrumbó mis murallas, y todos los días me tiene hechizada con su esencia, acudiendo siempre puntualmente a nuestras charlas de calidad como si fueran una cita en algún bonito café.
Esas dos horas transcurren demasiado rápido, y cuando menos lo pienso ya está despidiéndose. Nuevamente obligo a mis dedos a no mandarle un mensaje directo, y para calmar mis ansias, le agradezco su tiempo en el chat grupal y le deseo un excelente fin de semana.
Mientras la música suena en la pantalla, permanezco en la sesión, aunque los demás han empezado a salirse. Pasan los minutos y una loca idea se apodera de mí. Por un momento pienso en llevar a cabo dicha locura, la cual consiste en permanecer ahí hasta que solamente quedemos nosotros dos, no obstante, mi cobardía me empuja a apretar el botón de salir, y veo como la página de la charla desaparece.
Suspiro lentamente y cierro la ventana. Sin pensarlo, miro hacia el calendario y mentalmente agendo la nueva fecha para encontrarme con él. Sin querer, reproduzco música que desearía dedicarle al instructor, y con su imagen todavía en mi mente, me motivo para trabajar más feliz que nunca."
K.H.
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