Cierto día me encontraba limpiando mi habitación, cuando al mover algunos libros salió volando una hoja, al agacharme para recogerla me di cuenta que no era una simple hoja, sino una fotografía, al darle la vuelta pude ver la imagen de un niño, quien se encontraba en un porta bebé rojo, me senté en la cama para contemplar mejor la foto, en ese momento apareció una gran sonrisa en mi rostro, aquel niño era mi hermano mayor, hacía un año con cuatro meses que se había casado y ahora era padre de un bebé hermoso de nueve meses, entonces como si mi mente fuera una cámara, los recuerdos surgieron, empezando por mi infancia, como en una especie de flashazo regresaron momentos de los cuales ya no recordaba, fue entonces que me di cuenta, no había ni un solo recuerdo en el que él no estuviera presente, comprendí lo importante que era él para mí, no podía imaginar mi vida sin su presencia, el viernes de esa semana él cumpliría 22 años, de los cuales había tenido la dicha de compartir 20, en ese momento una lagrima se escapó de mis ojos, la sonrisa que antes iluminaba mi rostro se había desvanecido, me acababa de dar cuenta de algo sumamente importante, algo en lo cual nunca había hecho, no le había dicho lo que significaba para mí, nunca le había demostrado todo lo que sentía por él, entonces mis recuerdos volaron hasta ese agosto del 2008 en el que él se había enfermado gravemente, en los momentos angustiosos que habíamos pasado, en esas noches de preocupación que no dejaban dormir a nadie, en esos días que esperábamos verlo entrar por la puerta de la casa sonriendo como si nada hubiera pasado, en aquel entonces tal vez si le había dicho que lo quería mucho, pero, ¿solamente tenemos que demostrar lo que sentimos por esa persona cuando le sucede algo malo?, cuando menos pensé, más lagrimas resbalaron por mi rostro, entonces tome una gran decisión, debería de decirle lo mucho que lo aprecio y estimo, lo mucho que lo quiero y la gran falta que me ha hecho durante este año y cuatro meses, pero ¿cómo lo iba hacer? Yo no era muy buena oralmente, así que pensé en la mejor manera de hacérselo saber, de pronto mi mente se ilumino, se lo diría en una carta, era buena escribiendo así que tome una pluma y papel, y aunque al principio no tenía idea de lo que plasmaría en el papel, volvieron a mi mente todos aquellos momentos que conviví con él, esos momentos en que lloramos, gritamos, peleamos, platicamos y reímos juntos, en esta carta le agradecería todos los momentos que compartimos y los que nos faltaban, por apoyarme en todo momento, por hacerme reír cuando en verdad quería llorar, por todo esto y muchas cosas más, y al final y no menos importante le escribiría:
¡¡¡TE QUIERO MUCHO HERMANO!!!
¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!
Autor: Karina Hdez.
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